JESUS TENTADO EN EL DESIERTO
- Jorge y Adriana
- Feb 16, 2016
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Lc 4, 1-13
Cuando Jesús lleno del Espíritu Santo se adentra en el desierto, lejos de los hombres para experimentar de forma inmediata y sensible su dependencia absoluta al Padre, Jesús se siente agredido por el hambre y este momento de desfallecimiento es aprovechado por el maligno que lo tienta con la intención de destruir el núcleo mismo de la identidad de Jesús como hijo de Dios y su adhesión sustancial e incondicional al padre. Con los ojos puestos en Cristo, vencedores del mal los cristianos hoy nos sentimos estimulados a entrar en el camino de la Cuaresma, nos empuja a ello el deseo de autenticidad, ser plenamente aquello que somos; discípulos de Jesús y como El, hijos de Dios, por esto queremos profundizar en nuestra unión a Jesucristo y a su programa de vida que es el evangelio "no sólo de pan vive el hombre”. Como Jesús en el desierto, armados con la sabiduría de la escritura, nos sentimos llamados a proclamar en nuestro mundo consumista, que el hombre está diseñado a la escala divina y que solo puede calmar su hambre de felicidad cuando abre de par en par las puertas de su vida a Jesucristo redentor del hombre, esto implica vencer una cantidad de tentaciones que quieren empequeñecer nuestra vocación humana divina. Con el ejemplo y fuerza de Jesús tentado en el desierto, desenmascaremos tantas mentiras del hombre que nos hunde sistemáticamente desde los medios de comunicación social y desde el medio ambiente pagano donde vivimos, san Benito dedica el capítulo 49 de su regla a la observancia cuaresmal y exhorta a borrar en estos días santos la negligencia de otros tiempos dándonos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compulsión del corazón y a la abstinencia, a ofrecer a Dios alguna cosa por propia voluntad, con el fin de dar gozo al Espíritu Santo y esperar con deseo espiritual la santa Pascua.
Que nosotros, que también somos tentados todos los días, podamos estar fortalecidos por el bien, por la presencia de Jesús, por nuestra oración, por la eucaristía para vencer el mal, para vencer estas tentaciones y así también resucitar con nuestro maestro, estar donde él está y ser vencedores del pecado y de la muerte.
Que el señor Señor Los Bendiga y Los Guarde, ilumine su rostro sobre ustedes y les de la paz.