Y A TI, QUIEN TE CONDENA?
- Semillero de Vida
- Mar 13, 2016
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En Juan 8 1-11, vemos a Jesús escribir con el dedo en la tierra, como si estuviera a la vez ocupado y divirtiéndose en algo más importante que el escuchar a quienes acusan a la mujer que le presentan, porque ha sido sorprendida en adulterio, llama la atención la seriedad e incluso el buen humor que vemos en Jesucristo, aún en los momentos que para otros son de gran tensión, una enseñanza práctica para cada uno de nosotros en estos nuestros días que llevan velocidad y vértigo y ponen los nervios de punta en un buen número de ocasiones, la sigilosa y graciosa huida de los acusadores nos recuerda que quien juzga es solo Dios y que todos nosotros somos pecadores, en nuestra vida diaria, en cada ocasión del trabajo, en las relaciones familiares o de amistad hacemos juicio de valor, más de alguna vez nuestros juicios son erróneos y quitan la buena fama de los demás, se trata de una verdadera falta de justicia que nos obliga a reparar, tarea no siempre fácil, al contemplar a Jesús en medio de esta jauría de acusadores, entendemos muy bien lo que señaló Santo Tomas de Aquino; la justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra, la justicia sin misericordia es crueldad y la misericordia sin justicia es ruina y destrucción, hemos de llenarnos de alegría al saber que con certeza Dios nos perdona todo, absolutamente todo en el sacramento de la confesión, en estos días de Cuaresma tenemos la oportunidad magnífica de acudir a quien es rico en misericordia en el sacramento de la reconciliación y además para el día de hoy tener un propósito concreto; al ver a los demás diré en mi interior y en mi corazón las mismas palabras de Jesús: tampoco yo te condeno vete en paz y no peques más. Ojalá queridos hermanos y hermanas pudiéramos nosotros tener esta actitud delante de la persona que peca, porque así nos trata Dios, así nos trata nuestro señor Jesucristo, siempre con amor y con misericordia, perdonando nuestras faltas, espero que también nosotros, podamos ayudar a la otra persona para que se levante, para que no vuelva a pecar y para que tenga vida y la tenga en abundancia. Que el Señor los bendiga y los guarde, ilumine su rostro sobre ustedes y les de La Paz.
